miércoles, junio 25, 2008

Iluminación mortal

Entró en la cueva, seguro de haberla visto deslizarse en ella. Había perdido la cuenta de las veces en que creyó haberla atrapado. Un engaño, por supuesto. El oro de su hallazgo pronto revelaba su alma de arena y, proverbial, se le escurría entre los dedos. Ahora, casi al final de su vida, no podía equivocarse. La sombra difusamente entrevista debía ser lo que buscaba. Él tenía que ver el rostro enceguecedor antes del final. Un indeciso resplandor iluminaba la caverna. Y ella estaba allí. Para verla al fin en toda su gloria, la enfrentó. Y entonces lo descubrió: la Verdad era una Gorgona de múltiples cabezas. Y su mirada, decididamente fatal

Extinción

Firmó la sentencia sin pensar en las consecuencias de un acto que, por repetido, ya le resultaba banal. El condenado, absorto en terminar su obra y aprovechar así el extravagante milagro concedido, tampoco lo hizo. Pero el 29 de marzo de 1939, a las nueve y dos minutos de la mañana, no solo dejó de existir Jaromir Hladik, sino también Rothe, los soldados, el sargento... hasta la abeja y la gota de lluvia, cuando Borges, el bibliotecario ciego, estampó la palabra final de su cuento.

lunes, junio 23, 2008

Romance de estación

Ella lo observa con timidez infantil. Él devuelve la mirada con ojos de niño. Ella señala el bolso que él acuna, del mismo color que su carterita. Sorprendidos por la coincidencia, ríen. Y atrás quedan el rugir del cañón, los trenes esperados en vano, los andenes solitarios. -¿Cómo te llamas? –pregunta Penélope. -Matías –responde él, tomándola de la mano. Ya enamorados, salen a la primavera de Paso del Rey. Joan Manuel y Víctor, curiosamente más jóvenes que sus hijos, siguen componiendo nuevas canciones, y ni cuenta se dan de su partida.

Mujer soñada

Contempla los hielos. ¿Cuántas veces los ha recorrido? Ya pierde la cuenta. Siempre buscándola, siempre sin éxito. De pronto, los motores callan, el hidroavión pierde altura, cae. Hay gritos, plegarias, llantos... El hombre murmura —¿Esto es todo, entonces? ¿Moriré sin hallarla? Recuerda el implacable azul de sus ojos, la voz que en sueños lo llama, arrastrándolo una y otra vez hacia esas tierras feroces. La nave se estrella. Silencio. Oscuridad. Cuando Amundsen despierta, ella, la soñada, lo está abrazando: —¡Por fin llegaste, amor! —susurra la Reina de las Nieves, y lo besa largamente.

Bienvenida

-Dentre, aparcero ¿Un mate? Salen medio salaos... Tanto lo yoró la paisanada, que toda el agua ha quedaú así. ¿Anda medio perdido, no? -Sí, no sé, yo estaba en Rosario... y de pronto... aparezco acá. ¿Lo conozco, no? -Inodoro Pereyra, pa’ servirle. Corráse, Mendieta, pa que se siente don Roberto. Es nuestro tata, y se va a quedar con nosotros, ¿sabe? Para siempre. Cuando la gente se dé cuenta, les va a volver la alegría... el olfato me dice que les hace falta... -¡Y a semejante nariz... habrá que creerle! ¡Qué lo parió!

De Sevilla a Boston

Se enamoró y está dispuesta a todo con tal que él también la ame. Aunque tenga que romper con su padre para siempre. Porque Don Gustavo nunca le perdonará un cambio tan radical, está segura. No le importa. Al viejo le quedan sus hermanas, esas bobaliconas que siguen haciéndole caso. Cursis. Anticuadas. Mojigatas. La onda, ahora, es otra. Dark, gótica, tenebrosa, fatal. Decidida, la golondrina abandona el nido, el balcón, el romanticismo... Y, repitiendo “Never more, never more”, vuela hacia el Cuervo.

martes, junio 10, 2008

Microficciones

He subido un par de las microficciones con las que participo en el blog Químicamente Impuro, un hervidero de creaciones, mínimas solo en extensión. El desafío es escribir algo más o menos coherente, uniendo personajes de ficción y seres reales, sin exceder las 100 palabras. ¡No saben lo que nos estamos divirtiendo al hacerlo! Seguramente, aparecerán otras por acá y por allá. Y les aseguro que vale la pena que le hagan una visita...

En la ecológica Albión

El leñador alza el hacha, listo para despanzurrar a la fiera. Un grito lo detiene: -¡Alto, monstruo criminal y deforestador! Unos sujetos de verde, con pancartas de Greenpeace, salen de atrás de los árboles y rescatan al lobo, que los mira con ojos húmedos de agradecimiento. El guardabosque demanda: - ¿Tiene permiso de portación de hacha? ¿No sabe que lobos y zorros son especies protegidas? Mire, tome la multa y lárguese. Y dígale a ese Perrault que deje de mandarnos mocosos subversivos... Aquí en Sherwood, ¡nunca ondeará una caperuza roja!

JUICIO LITERARIO

-¡Su Señoría! Mi defendido, Monsieur de Hamelin, niega toda relación con el criminal. Los pequeños que él desapareció están a salvo en el Reino de la Fantasía... -¡No, no, es su culpa! ¡Mi niñera siempre me leía ese horrible cuento! También empecé con ratas, después... ¡sólo seguí sus pasos! ¡Cualquier psicólogo se lo puede decir!- patalea Gilles de Rais. -¡Pamplinas! ¡Que les corten la cabeza! – ruge la Reina de Corazones. Inocente o no, con el dolor de cabeza que tiene, ¡ya no soporta más la maldita musiquita del flautista