lunes, septiembre 29, 2008

Excesos

Siempre me dijeron que mi imaginación es excesiva. Está bien, lo reconozco, es cierto. A la noche, cuando todo está silencioso, los crujidos de los muebles me hacen pensar en monstruos abominables, en asesinos feroces, en metamorfosis espantosas y revelaciones que la luz diurna impide. Agotada, consigo convencerme de que todo es un delirio de mi fantasía y, finalmente, me duermo. Lo malo es saber que, ni bien me despierte, deberé barrer pelos, garras, escamas y, a veces, algún resto sanguinolento (cuya naturaleza prefiero no investigar), para que los chicos, - ¡tan impresionables ellos!-, no los vean cuando se levanten para ir a la escuela.

Despecho

No podían permitir semejante afrenta. Nunca un hombre, un insignificante y pretencioso hombre, se había negado a sus deseos. Siempre les había bastado abrir la boca para que ellos tuvieran en mente una sola cosa: entregárseles, gustosa y fatalmente. Sin excepciones. Hasta aquel día. Anticipando su triunfo, se regocijaron al verlo aproximarse. Pero... ¡qué amargura cuando se alejó, haciendo oídos sordos a sus reclamos! Tomaron buena nota de su aspecto, su rostro astuto les quedó grabado a fuego. Apelando a las antipatías que había sabido despertar en algunos dioses, supieron cuál sería su camino de regreso. Él, claro, no podía adivinar que lo interceptarían. Y esta vez no estaría atado. Esta vez sería incapaz de resistir su canto. Esta vez, ellas cambiarían la historia.

Amores que matan

La amó. Ella, fiel a su naturaleza, solo se dejó amar. Obsesionado, le regaló un mundo nuevo, orquestado por su pasión. También un amante, su “alter ego”, para así ingresar a un universo vedado a su realidad. Pero la llegada inevitable del otro quebró el extraño triángulo. Estaba escrito que ella corriera a esos brazos. Aunque él, por boca del abandonado, se desangrara en palabras. Desesperado, el 3 de marzo de 1875, ante gran número de testigos, Bizet hizo que su doble matara a Carmen por primera vez Sin ella, duró apenas tres meses. Y, a diferencia de la gitana, nunca aprendió el maravilloso arte de la resurrección.

jueves, septiembre 18, 2008

Ciudades

Todas las noches se soñaba deambulando por una ciudad geométrica, donde una luz de azufre recortaba oscuridades. A la mañana, presumiblemente despierta, otra ciudad de pesadilla devoraba sus sueños.

Similitudes

Desde la pantalla, los actores, aburridos de reproducir siempre las mismas cosas, espían a los espectadores. Esperan que ellos les brinden algo de diversión. Desolados, descubren que también están forzados a repetir un libreto.

Había una vez un sueño...

Había una vez un sueño, que de tanto esperar a hacerse cierto, se volvió pesadilla y asfixió al soñador. Los sueños desesperados suelen volverse impiadosos. (Imagen: "Pesadilla", de H. Fuseli)

Había una vez una mano...

Había una vez una mano. Y, en alguna parte, había otra esperándola. Juntas, inventaron la caricia, hirieron de muerte a la soledad, volaron juntas...

Había una vez un amor...

Había una vez un amor empeñado en ser eterno. Romeo y Julieta dieron la vida para demostrar que eso era posible. La mayoría prefiere amores menos exigentes.

jueves, septiembre 11, 2008

Predestinación

James Parker siempre había sido un devoto lector de Poe. Una admiración imprudente hizo que nombrara a sus hijas Berenice, Ligeia, Rowena y Madeline. Y que, cuando finalmente llegó un varón, tuviera la poco feliz idea de llamarlo Richard. La historia no registra cuál fue el destino de las mujeres. Pero sí la serie de desdichadas coincidencias encadenadas al nombre del muchacho. Cabe preguntarse si no había algo de Cronos en ese padre. Porque, como si no hubiera bastado bautizar así al chico, lo indujo a seguir la carrera de marino. Así fue que un mal día el grumete Parker se vio en la misma situación que su homónimo, el joven tripulante de Las aventuras de Arthur Gordon Pym. No ha podido saberse si los tres hombres que se lo comieron eran también fanáticos de Poe.

Estatua de sal

Ya están a salvo. El hombre, flanqueado por sus hijas, camina pensando en los sucesos recientes. Lo ha perdido todo, pero al menos vive. No pueden decir lo mismo las ciudades pecadoras, convertidas en cenizas a sus espaldas. Un verdadero desastre. Solo una cosa buena ha salido de tamaña desgracia: librarse de la pesada de su mujer. Bien sabía él, tras haber convivido tantos años con ella, qué decirle para lograr su cometido. Y lo dijo. - Querida, ¡ni se te ocurra mirar para atrás, ¿eh?! Ella, siguiendo su habitual impulso de llevar la contra, lo hizo. (Imagen: Mujer, de René Magritte)

Monstruos

Cuando Jonathan Swift describió los satélites de Marte, allá por el 1726, los lectores lo tomaron como una de sus tantas fantasías. Igual que los seres ciclópeos que, según él, habitaban el planeta. Muchos años más tarde, los científicos descubrieron, asombrados, que los satélites existían, y que las medidas en cuanto a distancias y proporciones eran correctas. Quizás fue esa extrañeza la que hizo que los llamaran Espanto y Terror. Que eso es lo que Fobos y Deimos significan, como cualquiera sabe. Los cíclopes, por lo demás, siguen siendo catalogados como un desborde imaginativo del irlandés. Lo que hace muy felices a los marcianos, ocultos en sus bellas ciudades subterráneas. Tiemblan de horror de solo pensar en que los monstruos de dos ojos los descubran.

El silencio de las sirenas

Hace mucho que nadie oye cantar a las sirenas. Sin embargo ellas, aunque mudas e invisibles, siguen allí. Pero no quieren regalar la belleza de su música a un siglo sin magia. Y, además, saben demasiado bien que no hacen falta sus cantos para contribuir al naufragio.

martes, septiembre 02, 2008

Antecedentes

Vino a buscar trabajo. Al parecer, una revolución en su país lo había destronado. Apenas si pudo salvar la cabeza. Lo que no era mucho. Porque no sabía usarla para nada, el inútil. Al final, muerto de hambre, apareció por la agencia. Justo tenía el papel para él: volvería a ser rey, pero en un tablero gigante de ajedrez, montado para una Exposición Universal de Juegos. Lástima que no dijo una palabra, el muy cretino, acerca de las circunstancias que rodeaban su ascenso al trono, ni de caducidades anexas a su derrocamiento.. Ahora tengo una demanda de los organizadores del evento, por haberles mandado un tipo que, en medio del espectáculo, se les había convertido en sapo.

Fagocitosis

Los sillones siempre tienen hambre de compañía. Blandos, amables, aparentemente inermes, invitan a un inocente momento de reposo. Sin embargo, quien cede a su llamado es inoculado con alguna sustancia, indetectable hasta hoy, que le impedirá alejarse del nefasto abrazo. Por lo general, el sujeto pierde poco a poco toda movilidad, volviéndose apático y pasivo. Con el tiempo, la bestia logra una simbiosis perfecta con su presa, haciendo difícil, cuando no imposible, individualizarla. Solo algún parpadeo ocasional permite detectar la presencia del cautivo. Astutos, sillones y sofás suelen cazar en yunta con otros entes, los thelevisorum cretiniensis, temibles devoradores de neuronas. Dicha asociación, aunque sumamente provechosa para ambos depredadores, resulta fatal para sus víctimas.