jueves, octubre 23, 2008

LA VERDAD DE ORFEO

Recientes investigaciones de afamados sicólogos nos permiten afirmar lo siguiente: el famoso Orfeo no bajó a los infiernos por amor, sino por orgullo. Quería demostrarles a todos que ni siquiera allí podían resistirse a su música. Imagen: "Orfeo", de Jean Delville

LA VERDAD DE EURÍDICE

Orfeo avanzaba, chocho por su éxito en seducir hasta a la propia Muerte, por salir victorioso del Averno, por confirmar, una vez más, sus dotes. Pero cuando se dio vuelta para ver si Eurídice aún estaba detrás suyo, hacía rato que ella había dejado de seguirlo. Estaba harta de oír siempre la misma música. Imagen: John William Waterhouse

LA VERDAD DE CIRCE

Bien sabemos nosotras que los hombres son quienes escriben la historia. Por eso, como tantas compañeras de género, cargo con esta fama indigna. ¡Claro que prefieren creer que fueron mis brujerías las que convirtieron a los tripulantes de Ulises en cerdos! Pero esa no es la verdad. Yo juro que lo único que hice fue abrirles los ojos a su verdadera naturaleza. Imagen: "Circe", de John W. Waterhouse

INFRACTOR

- ¡Deténgase! Entre retintines, el extraño vehículo obedece la orden. - ¡Documentos! - ¡Pero, oficial...! ¿No sabe quién soy? - Para mí, un sospechoso. La tracción a sangre está prohibida y... - Es que los chicos estaban cansados de volar... - ¿Chicos? ¿Dónde? - ¡Jo, jo, jo, jo! Así les digo a ellos – señala a los animales. - Ya veo. Queda detenido - ¿Por qué? - Probable intoxicación etílica, falta de documentos, transporte de mercadería sin remitos, evasión fiscal, infracciones varias... - ¡Pero soy Papá Noel! - Y yo la reina de Inglaterra... ¡González, incautá el cachivache éste! Y llamá a Sanidad Animal, uno de estos bichos tiene algo raro en la nariz...

jueves, octubre 09, 2008

Hombre realizado

Su padre solía repetirle: “serás lo que debas ser o si no, no serás nada”. Hubiese sido útil alguna orientación, más allá de la frase lapidaria, algo que le permitiese descubrir cuál era su “deber ser”. Pero, fuera lo que fuera, la tarea quedaba por completo a su cargo, nadie le exigió continuar una tradición familiar, ninguna vocación imperiosa vino a reclamar su presencia, nada lo apasionaba lo suficiente. Finalmente, comprendió. Y se dedicó de lleno a cumplir el precepto. Hoy, lo ha logrado: es la Nada más perfecta que cualquiera pueda pedir.

Fabulador

- ¿Verdes? ¿Inalcanzables? ¡Pura negación! ¡Debe lograr su objetivo, eso le permitirá superar la vieja frustración que le impide realizarse! - había dicho el sicoanalista. Harta de ser una perdedora, desplegó la Escalera Portátil Acme prestada por su primo Willy y trepó, veloz, hacia el tentador racimo. Ya en su cueva, mientras mascaba con desgano las uvas, se preguntó por qué demonios al dichoso Esopo no se le habría ocurrido ponerle, como objeto de deseo, algo más apetitoso, más acorde a su naturaleza... Como ser una fricassée de conejo, un pato a la naranja, un jamón ahumado... ¿De dónde sacó, el marmota, una Zorra vegetariana? Ilustración: Milo Winter (1919)

Excesos II

He decidido no dejarme llevar más por la imaginación. Aunque me cueste un poco no tropezar con las cadenas que los fantasmas dejan en el paso, esquivar a los monstruos agazapados en los rincones oscuros, no llevarle el apunte a los asesinos ocultos tras las puertas, ignorar las miradas petrificantes de Medusa. Por suerte, pude controlar a los reptiles; desde que les hice un lugarcito en la heladera, letarguean lo más panchos. Y no hay mal que por bien no venga... Gracias al dragón, aunque cada dos por tres me chamusca las cortinas, ahorro bastante en calefacción. Imagen original: Fernando G. Linares

Cuestión de tamaño

Nunca los debí recoger... Si yo jamás he dudado de que en toda leyenda hay un fondo de verdad! ¡Pero los vi tan chiquitos y simpáticos! Me dejé llevar... Claro que después de salir del Pasteur, mandé a los otros seis de vuelta a la mina, por las dudas. ¡A llorarle a Blancanieves! No dejo de pensar en la suerte que tuve de que la cosa no pasara a mayores. Porque, cuando salió la luna y el séptimo enano se transformó en hombre lobo... ¡era del tamaño de un pequinés!