lunes, mayo 10, 2010

Incidente mítico

En un baño público a las dos de la mañana, Juan Gómez bosteza su aburrimiento. Sobre la mesa también se aburren papel higiénico, toallas descartables y un plato con unas pocas monedas. Es entonces que se abre la puerta y entra un hombre. Juan se pregunta si no tendrá frío así, medio desnudo en pleno julio. ¡Hay cada loco suelto! Lo bárbaro es el disfraz: no se nota para nada el lugar en el que termina el hombre y empieza el animal. Lo asombra la naturalidad con la que se alza la blanca cola de caballo mientras el chiflado avanza moviendo elegantemente los cascos. El loco inclina la cabeza para saludarlo y se le cae la corona de laureles. Juan se apresura a alcanzársela, no sea que se le descosa el traje por querer levantarla. El tipo la toma y le tiende a Juan una especie de arpa que tiene en la mano; Juan supone que quiere que se la sostenga mientras se acomoda el adorno, pero no entiende ni jota de lo que le dice. Cada vez hay más extranjeros en este ispa, piensa, y para peor, rayados, como si nos hiciera falta importarlos. Pero sostiene impasible el instrumento, no vaya a ser que el loco deje de ser manso si no le sigue la corriente. Puesta en su sitio la corona, el disfrazado se va para el fondo. Juan no logra imaginar cómo miércoles se las arregla en los mingitorios pero, por el ruido que hace, podría ser de veras un animal, se ve que hace rato que se está aguantando. También piensa que hay que ser ridículo para andar – un tipo grande, che – con esa arpita a cuestas. Calcula que además de loco debe ser medio rarito, como todos los ingleses. Sin ir más lejos el Elton John ese, por más que a la Antonia le guste tanto como canta.... El fulano está de vuelta, así que Juan le devuelve el chiche, imaginando ya lo que se van a reír con la Antonia cuando le cuente. Pero un poco de bronca le da al mirar el platito: ¿dónde miércoles va a cambiar esas monedas tan raras, medio deformes para colmo? ¡Se creerán que uno es un banco!, piensa indignado Juan, prometiéndose que la próxima vez, ¡minga de ayuda le va a dar!