domingo, julio 13, 2008

EL BUEN LADRÓN

En vida, cometió todos los pecados contabilizados, y hasta añadió algunos, de su propia cosecha, a la pesada losa mosaica. Cuando murió hubo quien, preocupado por el alma inmortal que sufriría los peores tormentos del infierno, sufragó misas y realizó generosas donaciones en su nombre. Fue una lastimosa pérdida de tiempo y dinero. Todos sus esfuerzos llegaron tardíamente. Porque tras muchos años de latrocinio, y gracias a su maestría en las malas artes, no había puerta que el réprobo no fuera capaz de abrir. Ni siquiera las del Paraíso.

2 comentarios:

Antonio dijo...

A lo mejor, —no me extrañaría—, tenía algún cómplice dentro.

Saludos de un desconfiado.

Olga A. de Linares dijo...

Es posible, ya una no pone las manos al fuego por nadie...
Gracias por leerme, Antonio, y muchos saludos