
He decidido no dejarme llevar más por la imaginación.
Aunque me cueste un poco no tropezar con las cadenas que los fantasmas dejan en el paso, esquivar a los monstruos agazapados en los rincones oscuros, no llevarle el apunte a los asesinos ocultos tras las puertas, ignorar las miradas petrificantes de Medusa.
Por suerte, pude controlar a los reptiles; desde que les hice un lugarcito en la heladera, letarguean lo más panchos.
Y no hay mal que por bien no venga...
Gracias al dragón, aunque cada dos por tres me chamusca las cortinas, ahorro bastante en calefacción.
Imagen original: Fernando G. Linares
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