
El oriental interpretó correctamente el gesto que la Muerte había hecho al verlo. Por eso, canceló el viaje y se encerró bajo siete llaves.
Ella, por supuesto, no se iba a dar por vencida por tan poca cosa. Nunca la habían detenido puertas ni cerrojos, y su record mostraba muy pocos fracasos, a la larga siempre redimibles.
Pero él tenía un as en la manga. Y cuando la sintió aproximarse, azuzó al perro contra ella. Mientras el Mastín que había obtenido de los Baskerville se entretenía con la huesuda, pensó en su Buenos Aires, y en cuando lo volvería a ver
Dicen que se ha vuelto inmortal y que cada día canta mejor.
1 comentario:
¡Qué gusto oír crujir los huesos de la Parca, triturados por los dientes de nuestro perro fiel!
Cantar de alegría es poco, ja ja.
Saludos.
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