
Vino a buscar trabajo. Al parecer, una revolución en su país lo había destronado. Apenas si pudo salvar la cabeza.
Lo que no era mucho. Porque no sabía usarla para nada, el inútil.
Al final, muerto de hambre, apareció por la agencia.
Justo tenía el papel para él: volvería a ser rey, pero en un tablero gigante de ajedrez, montado para una Exposición Universal de Juegos.
Lástima que no dijo una palabra, el muy cretino, acerca de las circunstancias que rodeaban su ascenso al trono, ni de caducidades anexas a su derrocamiento..
Ahora tengo una demanda de los organizadores del evento, por haberles mandado un tipo que, en medio del espectáculo, se les había convertido en sapo.
2 comentarios:
Un relato te puede hacer soñar, pensar, recordar, revivir... Pero si al final te hace sonreír, entonces es que, decididamente, es bueno.
Te lo escribo mientras sigo sonriendo.
Gracias, Javi, siempre tan amables tus palabras...
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